Friday, May 29, 2009

Pata de Perro 11: Noite do Samba

No es noticia decir que no se bailar (en gran parte gracias usted señor Ahriman, chingue a su madre), pero a las colombianas les encanta y eso llevó a que estuvieran jodiendo a los brasileños hasta que nos llevaran a un boliche de Samba (si, por estos lados les dicen así).

No era un lugar turísico y si frecuentado por puro local, como la versión brasileña del Río de la Plata del centro en muchos aspectos.

Y puedo decir grandes verdades de la noche de samba y en general de todos los lugares donde por alguno u otro motivo salgo alcoholizado: Uno, los brasileños son putos para beber, sirven sus cervezotas de a litro estilo caguama pero super rebajadas y con eso se embriagan.

Dos, es la segunda vez que me dicen que los mexicanos somos los ebrios del continente después de vernos embutirnos una botella de vino y 3 litros de su pinche pseudocerveza a mi y a la bonita sin si quiera marearnos.

Tres, chinguen a su madre!, se espantan de que no como chile y la spice bonita atasca sus pinches platos de salsa "picante" y por eso ella es mas mexicana.

Cuatro, son mas putos porque no aguantan 3, si 3!! gotas de salsa tabasco en un plato de medio kilo de carne.

Cinco, son triplemente putos cuando improvisamos una badera con harto jugo de limón y catsup rebajada y nuevamente 3 gotas de salsa tabasco, con su "finísimo" tequila Cuervo y se echaron para atrás todos menos un wey según muy chingón y casi vomita.



Seis y es donde ya no me gustó: Concedo la idea de que bailo como pájaro dodo y si de eso dependiera mi apareamiento con una hembra fértil mi legado quedaría extinto.

Siete: Me dice un wey, yo soy malo para bailar samba, no es mi máximo. 3 segundos después hace sus pinches pasos mamonsísimos y fumadísimos como bailarín profesional.

Ocho: No solo las (los) brasileños nacen con el gen del baile, toodas las colombianas traen su propia versión del gen del baile.

Nueve y es donde me vuelve a gustar: Les vale madres que no sepa o sea físicamente discapacitado para bailar, igual me arrastraron, me enseñaron y se embarraron una Brasileira (que ni conocía pero me deshidrató 3 litros de agua entre baile, arrimón y baba) y dos de las Colombianas con las que íbamos.

Diez y vi que existen los milagros: Descubrí que tengo pegue en Brasil gracias un wey ebrio que abrió la boca de mas.

Once y es donde como todo ser sensato debo planear a futuro: Ellas (las colombianas) me ofrecieron presentarme a sus primas para conocerlas en Bogotá y Medellín.

Once y Medio: Justo cuando ya hay vuelo directo de Aeroméxico y a Medellín y ya tengo mas millas juntadas.

Doce, la variedá: Un wey llamado Casio (Al que le pregunté ya mas maerado si no le debería faltar una de las dos orejas y por fortuna no me entendió) me dió catedra intelectual de Samba, Sao Paolo, Brasil y de su historia.

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