Tuesday, April 24, 2012

Llueve en Tokio

Parece que han pasado siglos desde la última vez que deje el continente. El vuelo fue el más largo que he tenido hasta el momento pero después de 18 horas aterrizamos en Tokio. Una atmósfera húmeda y gris envuelve la megalópolis este día.




Hasta este momento pensaba que podría narrar mil sensaciones exóticas al pisar el suelo tokiota pero todo ha funcionado decepcionantemente similar como arribar a cualquier otra ciudad del mundo. Los kanjis no han sido un impedimento no tanto por la ayuda para los extranjeros sino por la experiencia que nos ha quedado al moverse por grandes urbes. Tokio es el ejemplo de cómo se ordenan cien millones de personas con precisión cronométrica.



Las calles y los trenes están atestadas de solitarios transeúntes sumidos en sus propios asuntos siempre corriendo para no perder la batalla contra el cronometro. La Ciudad entera es una gigantesca máquina de millones de engranes bien engrasados y sincronizados a la perfección. Al caer la noche las luces de neón llenan la atmósfera de frenéticos estímulos hedonistas. Desde la minúscula habitación ultramoderna de mi hotel puedo ver a pocos metros otro edificio envuelto en luces brillantes piso tras piso de bares y restaurantes que parecieran pelean entre ellos por ver quién mete más personas en sus reducidos espacios.



Un poco más al fondo los grandes almacenes se abren paso entre el puente de la estación de Akihabara para ofrecer productos surgidos de la ingeniería mas futurista que se pueda pensar. Mientras, allá en el fondo; las avenidas llenas de sombrillas blancas de movimiento raudo reciben la lluvia perpetua mientras esquivan las luces de los autos de volante invertido. Pero todo el ruido de la lluvia y las calles se apaga al abrigo del vidrio insonorizado. Dentro solo hay calma y poco espacio libre para respirar. Aquella es una isla de paz en medio de la tormenta perpetua que es Tokio.

Tuesday, April 10, 2012

Hoy me toca pelear

Me siento como un gladiador romano que sale la primera vez a la arena de los leones.

Con las primeras luces de la mañana tienen a Billy Holiday y Nat King Cole en el Starbucks y llegamos los 4 a platicar de viejos tiempos y antiguas batallas libradas cuando sabemos que todo se va a acabar en meses y cada quién tomará su rumbo.

Pero aquellas memorias no borran la tensión previa a la tormenta que nos espera.
Y comienza la tercera llamada...


"It's a Barnum and Bailey world,

Just as phony as it can be,
But it wouldn't be make believe
If you believed in me".