Dejé mi fe en la astrología hace muchos años, cuando supe que el orden que guardaba cada estrella de cada respectiva constelación no es mas que una mera ilusión y también cuando supe que dificilmente la energía gravitacional de digamos, Spica podría sacudir mis átomos o mi suerte.
El caso es que recientemente pude entre leer la carta astrológica del mismísimo Galileo casi augurando que iba a descubrir las lunas de Júpiter y que iba a ser sentenciado por hereje. Siglos después una pequeña nave y su pequeña sonda bautizadas en su honor llegaron y penetraron su manto de nuves cuasi impresionistas.
(Click)Curiosamente supe semejantes cosas en vuelo al momento en que el cielo se pintaba de estrellas sobre el denso mar de nubes que cubría la tierra de extremo a extremo, un espectáculo digno de recordar, lástima que el resto de los pasajeros permanecián apáticos al espectáculo de afuera. Un bonito regalo para todo aquel que tuviera la fortuna de estar a mas de 10,000 pies en aquél lugar y a aquella hora (y quisera tomarse la molestia de tan solo mirar por la ventanilla).
Dos dias después, la tarde lluviosa que dejó paso a una noche húmeda y fría; me dió la oportunidad de pasar una excelente velada de café con una inesperada buena compañía y una emotiva proyección del inmortal conde Orlok en Nosferatu original de los años 20´s con piano en vivo.
Dos acontecimientos sencillos pero deleitables.
