Thursday, August 25, 2011

Cronica de cuando me hablaron de usted

No quería verme chairoso pero Murakami se ha vuelto lectura obligada en los vuelos y aunque me quedan aun páginas de las historias del país del norte, mejor le sigo con el escritor de moda.

No me sentiría tan mal de no ser porque la chica de la librería del aeropuerto me contaba entusiasmada que ama Murakami hablando de usted. De usted!!, de usted!!!!, son of bitch!

Aunque las cosas parecen ir de mal en peor porque cuando la compañera mas fresa de la oficina te dice que eres súper fresa sin animo de joder es señal de que algo no anda bien.

De ahora en adelante pura austeridad señores.

Friday, August 05, 2011

Adios Paris

No quisiera dejar Paris y no por el estereotipo de la ciudad, sino porque me resulta tranquilo estar aquí y me da tiempo de pensar.

También me agrada quedarme en los cafés frente a Luxemburgo a perder el tiempo.

Por aquí se ven desfilar estudiantes que en ocasiones se detienen en el café a repasar apuntes o consultar algun pendiente en sus laptops. Tambien profesores con aire erudito pero no por ello dejan de estar a la moda.

Aquí la gente habla de cosas mas interesantes.

Es un lugar donde me hubiera gustado estudiar si hubiera tenido dinero suficiente.

Y justo cuando me tengo que ir sale el sol.

Fuerte como la Muerte...

Un café nórdico en Oslo o Estocolmo, fuerte y sin azúcar; en una novedosa boutique se puede calificar de sofisticado.

Un café árabe (por llamarle de alguna forma), fuerte y empalagosamente dulce acompañado de una sheesha se le puede llamar policromo.

Un concentrado café Brasileiro en alguna perdida cafetería bajo los viejos edificios de Sao Paolo junto con un pao de queijo es una delicia.

Un café suave y perfumado en las calles sinuosas del barrio de la Candelaria en la ciudad de esmeraldas es inspirador.

Un café en una esquina centenaria del barrio de Recoleta en Baires despues de la lluvia es nostálgico a todas luces.

Pero no hay mejor café que el de su primo lejano en la Ciudad Luz, aquí pareciera ser la capital de las cafeterías nostálgicas-exóticas-inspiradoras.

Si en Lisboa o Estoril mi meta es el
cliché de leer a Saramago, en Baires a Borges o en Praga a Kafka; aquí por extraño y retorcido que parezca debería hacerle honor a Hemingway.

Tanto gustaba de esta ciudad junto con Fitzgerald. Así que quizá la
siguiente vez que regrese me traiga Adiós a las Armas o Paris era una Fiesta.

De momento solo traigo Sputnik Mi Amor, pero ese es para otras ocasiones. Simplemente me contento con ver a desfilar la gente por la calle después de llover.

Negro como el Infierno...

Una mañana en Aswan compartí un café y una sheesha con un par de egipcios muy amigables y completamente desconocidos. Fue una buena mañana.

El aroma del café, ya sea por su grano, su molido o la mínima potabilidad del agua era bastante mediocre, pero fue un buen café.

La pasada mañana en las alturas de Svalbard, compartí un termo de café soluble escandinavo y galletitas Safari con una peculiar pareja de alemanes gays, un suizo con crisis de los cuarenta, un malayo metrosexual, un francés malgache y una guía noruega entrenada para matar osos con todo y rifle a la espalda.

Con todo y que casi me mato minutos antes también fue un gran café.

La lluvia sobre Paris

Otra vez Paris, pero esta es otra Paris, una un poco mas verdadera. Deambulando me aleje de la zona de turistas y la ciudad se ve distinta; la gente se ve distinta.

Un poco mas sucia y descuidada que las partes famosas pero no por ello menos hermosa.

Basta un viaje por ciudades yermas para apreciar lo que vale Paris: Caótica, estresada, desordenada y algo mugrosa pero aun así grandiosa y única.

Hay algo especial y con un airecillo de grandeza al caminar por estas calles. Algo que no tiene ninguna otra ciudad en el mundo.

Aun así, como parece transcurrir el ritmo de vida aquí, no difiere mucho de mi ciudad.

Paris no es Francia ni me parece que la represente mucho, mas bien me parece una ciudad-estado, una Atenas moderna.

Paris, Paris, me hubiera gustado quedarme unos días mas.

La ciudad de los Campos de Dios

Reconozco que no quería regresar a Oslo, sus días lluviosos y sus heroinómanos inyectandose a cada esquina me ponían un tanto de malas. Aprovechando que mi itenerario se transtorno a fondo y en parte a las constantes decepciones de Escandinavia me puse a buscar un destino alterno y novedoso para fugarme.

Dublín, Budapest, Geneve, Berlín, Amsterdam estaban todos a la mano y a pocas horas. Mas sin embargo por fuerza tenía que tocar Estocolmo porque mi vuelo final comenzaba ahí.

Y si tocaba Estocolmo por fuerza pisaba Oslo.

Al final Oslo saco su buena cara aun siendo un día después del atentado.

Y sin embargo lo que encontré en Estocolmo me dejo perplejo: Una ciudad de belleza
Espectacular, tan grandiosa que rivaliza con la mismísima San Petesburgo.

Una ciudad de palacios casi utópica que ya huele al Báltico, realmente merece el sobrenombre de la capital de Escandinavia.

Finisterra

El glaciar azulado se extiende a lo largo de dos o tres kilómetros sobre la costa.

Si bien no es el punto de latitud cero si parece ser el fin de todas las cosas; la culminación de varios anos de estar sonando con el fin del mundo y las regiones polares.

El barquito se acerca lentamente a la extraña y mística barrera de hielo, mientras que el silencio es roto solamente por la marcha del viejo motor.

De pronto la tensión surge entre los que van en el barco, como a la expectativa de un súbito acontecimiento todos guardan silencio durante el ultimo kilometro que nos separa del frío glaciar.

No puedo dejar de pensar vagamente en el pobre Arthur Gordon Pyme cuando encontró a la esfinge de hielo en medio del océano antártico.

Pero si reconozco que seria aterrador tener que saltar al mar helado ante cualquier eventualidad, bien fuere natural o sobrenatural.

A paso lento el glaciar turquesa va escupiendo pedazos de hielo informes al mar que flotan a la deriva y de los cuales, los mas grandes de ellos tiene que sortear el pequeño barco.

El final del trayecto en verdad parece el fin del mundo conocido, en la parte baja del glaciar se abren unas cuevas de bocas negras sobre las ir revolotean cientos de pájaros graznando cacofónicamenente. Cientos de metros mas arriba donde se quiebra la barrera de hielo hacia dentro, una maciza montana de piedra bañada en hielo y mas allá la Terra Borealis Incognita: El fin de todas las cosas.

El Troll de Piedra

Novecientos treinta metros sobre el mar Artico se encuentra un Troll convertido en piedra. Para visitarlo hay que seguir por caminos polvorientos, escalar por laderas desoladas, vadear torrentes helados y cruzar varias placas de hielo y nieve.

Si tienes la suerte de no caer por los barrancos o hundirte en el hielo quebradizo; en recompensa poe arriesgar el pellejo junto al Troll podrás apreciar lo que pocos seres humanos han tenido la suerte de ver.

El Reino del Gran Iorek

Es un lugar extraño; aquí el tiempo y el sol se detienen. Aquí no parece existir nada fuera de este helado mundo.

Aquí viven 2000 personas pero el pueblo parece abandonado, ni un alma se ve por las frías calles mientras camino entre los despojos de lo que fue un antiguo pueblo minero.

Longyearbyen es feo, triste y oxidado; mas sin embargo todo lo que le rodea es un paisaje irreal, como si el desierto hubiera sido devorado por capaz y capaz de hielo.

Aquí el sol no se oculta nunca pero las nubes lo dejan brillar muy poco.

Aquí viven mas osos polares que gente y sin embargo ninguno esta a la vista y probablemente no lo estará mientras yo este aquí.

Este es quizá el lugar mas extraño que haya pisado.

Lappland

Dicen que Tromso es la capital del Artico, yo solo veo un pequeño poblado perdido entre tanta belleza de las montañas.

No hay mucho que hacer aquí, pero el entorno lo compensa, es difícil imaginarse como pasa esta gente los largos y oscuros inviernos a los que están condenados.

Pero es relativamente sencillo comprender porque adoran tanto el sol, que aquí es mas pálido que en el sur.