Monday, February 27, 2012

Cuando le dí cuerda a un reloj hace 6 años (Parte II)

Por azares del destino me encontré libre para trabajar la tarde donde quisiera y decidí visitar esta biblioteca por ser la opción mas cómoda. Aún rompiendo mi regla de nunca pisar esta o alguna otra por cuestiones de trabajo. Mas que por motivos prácticos para evitar mezclar viejas y nuevas costumbres o "mundos", como se le quiera llamar.


Así que hoy me decidí a romper esa regla y fué un salto atrás seis años en el tiempo, no puedo describirlo de otra forma. Pero también fué la prueba mas contundente de todo lo que ha pasado en estos años.


Crucé la enorme entrada de cristal y caí en la cuenta de que había olvidado si quiera que tenía que registrarme y registrar mi computadora. Ahora no traigo mas aquella iBook que tanto me gustaba presumir.


Pareciera que el tiempo se ha detenido en este lugar, fuera de unos detalles minúsculos no he apreciado ningún cambio evidente, niguna renovación asombrosa. El ambiente es el mismo y los estudiantes diría que son los mismos de haber conocido a alguno antes o ahora. Siguen reunidos con sus calculadoras en una mesa unos aquí, otra estudiante sola y con audífonos por allá; en un rincón el de mata larga con cara de desadaptado.


Si supieran lo que les espera al salir de la carrera!, seguro que mas de uno se cambiaría o al menos se replantearía sus opciones. Recuerdo a uno de ellos que en aquellas épocas proclamaba con sus amigos que podía hacer cualquier prótesis robótica para humanos "porque las neuronas funcionan con electricidad, entonces es fácil". Pobre, si supiera que es una diferencia de potencial y no un chispazo eléctrico. Aunque creo que aquellas dosis de ingenuidad pueden resultar ser grandiosas con gente excepcional.


Lo que no puedo ignorar es que ya no me puedo mezclar con ellos, me veo 6 años mas viejo, aunque con jeans y tenis pero traigo la ropa del trabajo. Y cuando subo al mezzanine de las tesis, la parte mas fresca y cómoda del lugar (pués es la única que tiene sillas reclinables), me doy cuenta que ya no llevo mi mochila viejita de antes:


Aquella "Fila" pirata mugrosísima con su bolsa "súper secreta" que aunque me la abrieron varias veces en el metro nunca llegaron a encontrar la Palm que resguardaba. Ahora tengo una Victorinox negra impermeable con una etiqueta fea de Carry On de Aeroméxico.


Mi Palm, temo la tuve que vender en aquellos días en contra de mi voluntad para pagar una mensualidad mas de mi iBook. Mi Discman ya no sirve y descansa en paz en su estuche de neopreno, mi celular Motorola de clip azul ha desaparecido de mis manos hace mucho. Ahora a los tres los reemplazó el Iphone, claro que después de un gran desfile de ipods y celulares.


Hoy traigo la Lenovo del trabajo y me gustaría que estuviera presente aquél intento de hacker que me topé hace seis años que quizo entrar en la iBook, pero al final lo detuvo mi firewall. Quisiera ver que podría hacer ante el sistema repugante de seguridad que cargo en esta máquina.


Me ha dado gusto ver mi antigua mesa de trabajo, pareciera que nadie la ha usado en seis años y la he encontrado con residuos de goma de migajón casi como si yo hubiera estado aquí ayer resolviendo algún problema a punta de calculadora, lápiz y borrones y hubiera dejado la mesa regada de migajón.


Es curioso, aquí casi puedo recordar y visualizar en mis cuadernos muchas de las diversas fórmulas que utilizé alguna vez en la carrera, supongo que debe ser eso de la memoria de lugares. Me gustaría haber traído uno de mis viejos cuadernos e intentar resolver un problema, a ver que pasa.


La sala de las tesis es igual que siempre, la luz blanca y anodina con las mesas crema y las sillas azules que a la hora de la tarde alberga a algunos estudiantes y se comienza a vaciar cuando viene la señora del aseo a limpiar las mesas, por la noche es solitaria. Al fondo del corredor la entrada sigue clausurada con una elegante cinta marrón y mas allá unas puertas de vidrio dan a una habitación oscura.


Si volteo a mi izquierda puedo ver a los de medicina en el piso de arriba consultando algún mamotreto de párbulos y hacia abajo el piso intermedio están las salas de internet con los empleados perezosos en pleno chismorreo.


Puedo pegar la silla al barandal y estirarme depués de tanto tiempo de estar sentado como lo hacía antes. Casi estoy tentado en comprobar de nuevo la fecha del examen y el tiempo que me falta para presentarlo. Siento como si me faltaran mis cuadernos, mis plumas, mis lápices, mi Palm y todas mis cosas de antes.


Hace seis años no habría creído que podría seleccionar cualquier lugar del mundo, tomar mi mochila y largame (en primera clase por favor) cuando yo quisiera. Hace seis años no había empezado en el trabajo que estoy hoy, el cuál tengo la fortuna de hacerlo con gusto y cariño; ni conocía a la gente que conozco hoy y ni vivido lo que he pasado para bien o para mal.


Me encantó mi vida de estudiante con sus altibajos: Los hot dogs del Seven Eleven, , el metro atascado, salir a las 10.30 de la noche de clase de bioquímica, los laboratorios, los tacos de carnitas de la escuela, los compañeros, mis extraordinarios, mi reprobada de un año, regresar a mi casa a las 12 de la noche bajo la lluvia y con los tenis rotos, mi perra, las clases, mi mochila mugrosa, mi celular sin crédito, mis infintas rondas por la Roma y la Condesa, mi reloj rayado, mi novia, mi bata sucia con su logo de la ULSA y su pin-búho de la Fac de Quimica de la UNAM, el CUC, mis estancias en la UNAM, mis créditos estudiantiles (hasta mi crédito SOFES), mis maestros (los mejores, los buenos, los malos y los peores) mi pseudoservicio social, las idas al Burger King, al Portón, mi amiga, mi amigo, mi otro amigo, la mitómana, la fea, el teto, el mandril, la ingenua.


Si hoy pudiera dejarme una nota y leerla yo mismo seis años antes no me hubiera creído lo que vendría por delante porque en aquellos días todo parecía el fin de la historia. Si, soy mas viejo y no paso mas por un estudiante de licenciatura; pero también me han quedado algunas cosas que envidiarían los estudiantes y quizá la mejor de ellas es la libertad.


Me alegra poder seguirle siendo fiel a mis principios: No ser un oficinista gris en un depacho gris con un traje gris. Me gusta no tener horarios, ir de jeans a mi oficina, no ir a la oficina, viajar por trabajo, decidir en gran medida sobre mis proyectos y que confíen en mi, seguir leyendo todavía mas que antes, conservar la objetividad científica, una mente crítica, probar nuevas cosas y sobre todo poder irme a donde quiera cuando quiera.


No se si volveré a esta biblioteca, porque ya va siendo hora de cerrar y pronto vendrán a correrme, aunque no sería la primera vez. Solo espero que siga siendo tan importante para otras personas como lo fué para mí.


Solo me resta decir que aquellos días representaron el fin de un mundo y poco después vendría el comienzo de otro. Si la vida de estudiante fué muy buena, a la que le ha seguido solo la puedo describir como fantástica.

Cuando le dí cuerda a un reloj hace 6 años (Parte I)

Creo que hoy comprendo porque a veces se complica tanto reconstruir las cosas mas cotidianas que sucedieron hace siglos y cuya tarea es posible gracias a algún cronista ocioso de antaño.



En pequeña escala me he dado cuenta porque hace 6 años, poco antes de la fecha en que abriera este blog mi vida diaria era marcada por un compás muy diferente del que me marca ahora.



Y ¿porque hace seis años? y ¿porqué ahora?. Pues porque hoy da la casualidad que pisé otra vez la gran biblioteca que fué mi refugio en aquellos días en que tenía que estudiar a como diera lugar para aprobar mi examen de titulación.



Ya que la universidad me quedaba lejos y tampoco tenía la menor gana de pararme por allí si no era necesario acabé viniendo a esta gran biblioteca gigantescos ventanales, de rampas serpenteantes y pisos llenos de estanterías de color guinda.



Siempre me gustó este lugar, muy moderno (para lo que hay por estos lugares), calmado, fresco, cómodo y tranquilo. La abrieron cuando iba en la prepa y tenían en aquél tiempo internet barato y hartas computadoras, algo que siempre se agradece. Durante la universidad me gustaba venir de cuando en cuando a sacar los pocos libros que tenían provecho para mi carrera en aquél entonces, aunque eventualmente la fueron llenando de varios libros que al final fueron imprescindibles.



Aquellos días aciagos donde todo parecía haber llegado a un punto muerto, pasaba casi de sol a sol aquí. Esperando que diera resultado mi plan maestro de dividir los días que tenía y re-estudiar la carrera en unos pocos meses. Por si fuera poco, casi cada página de mis apuntes contenía garabatos y recuerdos que prefería dejar enterrados pero no tenía otro remedio que volverlos a revivir aunque fuera fugazmente.



Así fué como por unos meses los días del calendario consistieron en tomar un horrendo desayuno y venir a la biblioteca, con mi entonces flamante iBook, unos audífonos y a estudiar todo el día hasta las 7 que me corrían del lugar (con un pequeño brake para comer comida chatarra).



Le llegué a tomar cariño a este lugar sin siquiera darme cuenta, a pesar de que, fuera de un día que vinieron a estudiar conmigo dos amigos a mitad de la carrera, no conocía a nadie mas aquí. Solamente veía a los estudiantes reunidos en una mesa ante sus calculadoras como si fueran un grupo de nómadas reunidos ante una fogata. De cuando en cuando recorría los pasillos y me ponía a cabilar sobre lo que sea que significaran aquellos libros de disciplinas tan dispares a las mías. Fuera de los de ingeniería; los médicos, los de biológicas o los de posgrado no eran tan pintorescos (ni de maneras tan brutas), pero igual estaban concentrados en lo suyo.



Si logré concentrarme en aquellos días fué a base de rigor y de combinar mi gusto por la mac con lo que tenía por delante y eventualmente lo que parecía no ir hacia ningún lado, comenzó a avanzar y fué así como sin saber bien como pasó me encontré estudiando virología en una sala de internamiento del Seguro Social y los días que pasaba en mi universidad fueron aumentando.



En algún momento me decidí a escribir "La Máxima y Mas Grande Guía para el Químico Farmaceútico Biólogo Jamas Escrita". O algo así, creo que aún la tengo en los archivos de mi computadora personal.




Hasta que llegó el día del examen: Inseguridad y sobre todo nervios la noche previa. Era mi última batalla escolar y la mas importante. Curiosamente aquella madrugada escuché por casualidad "We will win" de Reba West, quize pensar que era un presagio de buena suerte.



El resto de la historia ya la he contado hasta aquí a pedazos durante estos años. La entrega de los resultados meses depués los recordaría como el final mas de emoción (o "cardiaco" en palabras de uno de mis compañeros) que me ha tocado.



Como resultado de mi buena suerte en el examen no volví a regresar a la biblioteca. Hasta el día de hoy.

Sunday, February 26, 2012

20,000 Fotomatones (Vol. 3)


1-. Las Nubes Sobre París.

2-. Saint Morrison.
La tumba con mas devoción que he visitado en Père Lachaise.

3-. Merida Sunrise.
Después de la tormenta.

4-. Sentinela Japonés.
Parte del Art Institute de Chicago.

5-. Xpresso en el la Cima.

6-. Sweet Home Chicago.
El himno de la ciudad en el emblemático Chicago Blues.

7-. Puppeter
Algo del "street performance".

8-. Desayuno de Plomo.
La particularidad de la foto se debe a que fue tomada desde mi habitación durante el fuego cruzado enfrente del lobby del que me escapé por escasos 10 metros y 5 segundos a la salida del hotel de Saltillo.

9-. Las Cosas Buenas.
No pude evitar pensar en la ironía del cartel cuando lo vi, después de estar toda la mañana encerrados en el hotel fui el único que salió a comer en la tarde cruzando a pié la carretera. Toda la zona aledaña al hotel estaba cubierta de casquillos de armas largas.

10-. My Favorite Bastet.
Gala.

11-. Polanco Blues Fest.

12-. En la Cabeza de Marilyn Manson.

13-. Desert Bites.
Cactus, albóndigas de serpiente y búfalo. Solo para comenzar.

14-. Stories of a Painted Desert.
Sedona en Arizona me dejó muchas cosas, en especial lo prejuiciosos que podemos llegar a ser. Allí está una parte de las gentes mas hospitalarias y amables que he conocido.

15-. California Sand Dunes.
Después de 18 horas de manejo.

16-. El Ojo de los Inuits.

Saturday, February 25, 2012

20,000 Fotomatones (Vol. 2)


1-. Jellyfish Mistery.
Un ballet de medusas en el acuario de Veracruz.

2-. Oceanaúta
Es la única que sobrevivió a una serie de fotos mal tomadas de un buzo de bronce mientras me quejaba del trabajo y hacía algún tipo de plan con el señor Godhand en los muelles de Veracruz.

3-. Diarrhea
Hay veces que creo que este país es demasiado surrealista para mi. Hay que notar que la diarrea del luchador de sumo es intermitente. En una plaza perdida de Aguascalientes.

4-. Las Noches Que Pasaron.
Un recuerdo melancólico a la mesa.

5-. Aquapista.
No me esperé los 10 minutos de rigor requeridos para que se inundara la avenida completamente.

6-. Lady
Antes midori, antes "Perra".

7-. La Ruptura de la Rutina.
¿Puede una Quilmes alegrarle a alguien el día una tarde calurosa de Monterrey?. A mi si.

8-. La Comida Favorita de Escania.
Finalmente, los suecos son tan eclécticos como me lo imaginé. Como sea, dos de esas me calmaron el hambre un día lluvioso en Ystad.

9-. Northen Roads.
Y sin embargo tenía que ir vagando por caminos desiertos al estilo de los caminos solitarios de Arizona.

10-. La Cabaña de la Hidromiel.
Noruega y sus fiordos son quizá una de las cosas mas hermosas que he visto.

11-. Esperando el Tren.
En la estación de Flam, empapado todavía de agua helada por el kayak y recién calmado mi famélico deseo por las albóndigas de alce con arándanos.

12-. Las Nubes Sobre el Espejo.
Sobre rieles en el lomo de los fiordos.

13-. El Círculo Polar.
No me lo creía el día que cruzé el círculo polar, era mas un reto personal que otra cosa. A Tromso la rodean mas fiordos y allí arriba aparte del frío veraniego reina la calma y la serenidad.

14-. Mi Cantinero es Lenin.
Ni siquiera recuerdo el nombre de aquél bar en Svalbard, pero en aquel pueblito olvidado de la civilización cualquier trago es bienvenido.

15-. Into the Polar Realm.
Una de mis últimas fronteras: El Polo Norte.

16-. Gosht Town.
Piramidien es una especie de Chernobil polar, aquí pareciera que abandonaron el lugar en 20 minutos y se quedó así, solo y cubierto de polvo para siempre. Ahora lo custodian algunos mineros rusos, sentinelas de semblante duro.

17-. Polar Girl.

18-. "Natura Dominatur".
Y después de 5 aviones y dos trenes, el campamento base de Svalbard a la luz del sol de media noche.

19-. Uno en 100 (millones).
"Premiar a la gente con buenas ideas para hacer de este mundo un lugar mejor", en palabras de Alfred Nobel en su museo.

20-. Elak Anka.
Si hay algo del diseño sueco que capturó mi atención, no fué en sus galerías o tiendas del Noho, sino en los propios baños del hostal. El auténtico Patito Vampiro.

20,000 Fotomatones (Vol. 1)

Una forma sutil de ir registrando los giros y reveses de la vida de manera inconsciente es con una cámara de celular. Las siguientes son año y medio de fotos y no estoy muy seguro cuáles deberían quedar fuera y cuales deberían entrar.

Todas representan una historia y han sido simples testigos circunstanciales de lo que me ha tocado sortear por estos últimos tiempos. En ellas no hay ningún afán artístico para quién las vea (y las lea) sino mas bien voyeurista.

1-. "Wee hours" en Chapultepec.
Un nuevo día con bastante cafeína aún de la noche anterior.

2-. Otro Estudio en Escarlata.
Un escaparate solitario hace publicidad a la nada en medio de la madrugada.

3-. Unos metros sobre el cielo.
El Pico de Orizaba

4-. Amance en la Sierra Madre.
Los viernes en Monterrey solían ser de lo mejor, a la foto la adornan los Conejillos del Polvo.

5-. Varado en el Desierto.
En mitad de la carretera a Saltillo, con el taxi averiado. Ya me dió por hablar de este pequeño incidente.

6-. El aire olía a mar en la mañana.
Al unir sus fuerzas una huelga de controladores aéreos en España y una falla en la turbina del avión, me hicieron pisar la isla de Santa María do Porto en las Azores. Un lugar aislado y grisáceo casi suspendido en el tiempo. Después de una noche poco usual, el viaje debía continuar apenas despuntara el día.

7-. Las Musas de Madrid.
Son las dueñas de todo el edificio en Tirso de Molina. Aquí adornan mi cuarto.

8-. El Sueño del Califa.
Un día perdido en la joya de la corona andaluza. Minaretes, historias de poetas habitando ruinas, jardines irreales, estrellas perpetuas, un bosque y la Sierra Nevada con Granada a sus pies.

9-. Mi Imperio de las Luces.
La analogía es obvia.

10-. El Día Nuevo en Gaudiópolis.
Nada refleja mejor la vanguardia de Barcelona en mi opinión como esta imagen.

11-. A Ride in Cairo.
Tomar un taxi en lo que podría ser el equivalente a Ciudad Neza en el Cairo no supondría mayor problema que tomarlo aquí mismo excepto por tres razones (aparte de ser extranjero a todas lues y por ende ser "rico"): No entienden absolutamente nada de inglés, por razones desconocidas pasa por el mismo lugar 3 veces cada media hora, el trafico es mucho peor al que se podría pensar. A pesar de todo, no deja de ser una gran experiencia.

12-. Genios de Ojos Brillantes.
Una fogata en medio del Sahara con historias sobre el Desierto de Sal y la antigua Mesopotamia me hacen pensar en los viejos Djinns y Efrits de las leyendas del desierto. Demonios que pueblan las desoladas noches de arena.

13-. Six Feet Under.
Siempre me he preguntado que pensarían los nobles egipcios de la antigüedad si supieran que sus tumbas se convertirían en sitio de peregrinaje para propios y extraños. Estas tumbas recién descubiertas están excavadas en medio de la nada a pocos kilómetros del Valle de los Reyes.

14-. 31 de Diciembre en la Tierra del Pregonero.
Sin palabras.

15-. Cinturón de Fuego.
El popo y compañía desde las nubes.

16-. San Miguel y San Miguel.
Si algo distingue al Quinta Real de Saltillo es un arte barroco que podría considerar desde mi ignorancia como "inusual".

17-. El Primer Día.
No me quejaba de la enorme onda gélida, la cuál no parecía molestar a los perritos de la pradera en el Museo del Desierto. Por el contrario, fué el primero de uno de los mejores días que he tenido.

18-. La Sal del Puerto.
El viejo malecón de Veracruz huele a sal vieja y agua podrida.

19-. Duelo a Muerte.
Apunto de soltar a los gladiadores en la Feria de San Marcos.

20-. La Línea del Tiempo.
Los ríos de aire pueden crear un sincronizado baile turbulento sobre la Ciudad de México.