Como es usual, no hubiera regresado de buena gana. Hubiera seguido
manejando hasta la punta de la península de haber podido. O al menos
hasta Mulegé o Loreto.
Esto se convirtió al final en una auténtica aventura de playas
desiertas, cactus gigantes, paisajes lunares, ganado en el camino,
curvas cerradas, atascos en la arena y buitres en las montañas.
Para rematar me encontré la cosa más inusual del mundo. Se cruzó en mi
camino un zorro a plena luz del día y una vez que hube detenido el carro
se me quedó viendo fijamente por varios minutos.
Me gusta pensar en ello de la manera que lo harían los indios cucapá que
habitaban esos lugares hace milenios. Que fue un contacto con algún
espíritu libre del desierto.
Era un zorro grande, café, peludo de mirada profunda y seguro de sí
mismo. Muy diferente de aquellos zorros pálidos y pequeños que en su día
me encontré en el desierto blanco en Egipto.
Al menos este no querría quitarme la comida, suponiendo que hubiera
llevado algo para comer. Este zorro cazaría y lo haría de manera audaz.
Ese encuentro en la carretera desierta lo considero mi despedida oficial de aquellas tierras hermosas, solitarias y salvajes.
Sunday, May 25, 2014
Hermano Zorro
Posted by Abracadabra at 10:20 PM
Labels: Pata de Perro
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