Sunday, May 25, 2014

Hermano Zorro

Como es usual, no hubiera regresado de buena gana. Hubiera seguido manejando hasta la punta de la península de haber podido. O al menos hasta Mulegé o Loreto.

Esto se convirtió al final en una auténtica aventura de playas desiertas, cactus gigantes, paisajes lunares, ganado en el camino, curvas cerradas, atascos en la arena y buitres en las montañas.

Para rematar me encontré la cosa más inusual del mundo. Se cruzó en mi camino un zorro a plena luz del día y una vez que hube detenido el carro se me quedó viendo fijamente por varios minutos.

Me gusta pensar en ello de la manera que lo harían los indios cucapá que habitaban esos lugares hace milenios. Que fue un contacto con algún espíritu libre del desierto.

Era un zorro grande, café, peludo de mirada profunda y seguro de sí mismo. Muy diferente de aquellos zorros pálidos y pequeños que en su día me encontré en el desierto blanco en Egipto.

Al menos este no querría quitarme la comida, suponiendo que hubiera llevado algo para comer. Este zorro cazaría y lo haría de manera audaz.

Ese encuentro en la carretera desierta lo considero mi despedida oficial de aquellas tierras hermosas, solitarias y salvajes.

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