Nunca he sido fanático de embriagarme con cerveza. Incluso nunca he podido entender a quien lo hace. Tampoco puedo decir que no lo haya hecho.
Sin embargo hay ciertos días y ciertas circunstancias en que tomar una cerveza helada sabe a gloria.
Hoy es uno de esos días: medio muerto de hambre y a unas horas de que me resuelvan lo que será mi futuro inmediato.
Pero que rica es esta cerveza!.
Ya mañana veremos lo que sigue.
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