En Tokio hay cuervos, cosplay en calles abarrotadas, mujeres estrafalarias, oficinistas pervertidos, ancianos vigorosos, señoras de sociedad en kimonos.
Las vías ferroviaras transportan a millones por sus rieles, los grandes almacenes venden a toda hora aqui pantallas y letreros luminosos convierten la noche en día.
Esta ciudad es el orden del caos y no quisiera dejarla aún, bien podría darme otra vuelta por Shibuya, Harajuku, Ginza, Shinjuku, Roppongi o la casa de Totoro sin aburrirme.
Ya me tocará oir a los cuervos de Tokio en otoño.
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