Friday, May 04, 2012

Brilla la Nieve...

...En lo alto del monte Tateyama. Allí, mas alto de lo que puede alcanzar el mar de nubes espesaa que se extiende en la lejanía, se levantan como una isla en el mar los picos de la cordillera mas alta de todo Japón.

Cubiertos por cientos de capas de hielo y nieve como las nubes llegaran a bañar esas cumbres y se congelaran una sobre otra sin parar.

Japón me ha dejado muchos regalos pero si he de quedae con solo uno, seria con aquellos picos nevados.

El sol y sobre todo la nieve me han vuelto a quemar las manos y la cara (ahora sería también la retina si no hubiera llevado anteojos); me han dejado sin aliento al subir las escarpadas pendientes, me he vuelto a hundir en ella hasta las rodillas y no me ha importado porque no sabía cuanto extrañaba la nieve hasta que la he vuelto a pisar.

Al final del día el sol se va apagando a punto de tocar el horizonte de nubes que han desaparecido descubriendo debajo de ellas las luces de la ciudad de Kanazawa a lo lejos en la planicie como si se vaciara el océano y revelara de pronto a la Atlántida.

Las cumbres de las montañas nevadas proyectan sombras de agudos picos que crecen minuto a minuto. El día no fue tan arduo como aquella subida al glaciar en Svalbard y moverse aquí ha resultado mucho mas fácil con los picos de nieve (uno de los cuales por cierto he doblado al atascarme en la nieve).

Este lugar por mucho menos remoto que el Svalbard pero ha resultado mucho mas espectacular y hermoso. Ha sido como caminar por las nubes.

Por la noche, al igual que aquella vez en el Desierto Blanco en Egipto. Hay una luna brillante que refleja su luz sobre un terreno de una blancura irreal haciendo un paisaje de otro mundo.

Solo que esta vez, como la Luna no esta llena, se pueden ver miles de estrellas regadas por el firmamento, incluso partes de la misma Vía Láctea y allá miles de metro abajo y en la distancia, la luz de la ciudad de Kanazawa.

Cuesta trabajo creer que allá abajo hay una cálida primavera y aquí reina el frío y la nieve. Pero cada grado perdido de calor vale la pena solo por estar parado allí en la cima de las nubes.

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