Monday, February 27, 2012

Cuando le dí cuerda a un reloj hace 6 años (Parte I)

Creo que hoy comprendo porque a veces se complica tanto reconstruir las cosas mas cotidianas que sucedieron hace siglos y cuya tarea es posible gracias a algún cronista ocioso de antaño.



En pequeña escala me he dado cuenta porque hace 6 años, poco antes de la fecha en que abriera este blog mi vida diaria era marcada por un compás muy diferente del que me marca ahora.



Y ¿porque hace seis años? y ¿porqué ahora?. Pues porque hoy da la casualidad que pisé otra vez la gran biblioteca que fué mi refugio en aquellos días en que tenía que estudiar a como diera lugar para aprobar mi examen de titulación.



Ya que la universidad me quedaba lejos y tampoco tenía la menor gana de pararme por allí si no era necesario acabé viniendo a esta gran biblioteca gigantescos ventanales, de rampas serpenteantes y pisos llenos de estanterías de color guinda.



Siempre me gustó este lugar, muy moderno (para lo que hay por estos lugares), calmado, fresco, cómodo y tranquilo. La abrieron cuando iba en la prepa y tenían en aquél tiempo internet barato y hartas computadoras, algo que siempre se agradece. Durante la universidad me gustaba venir de cuando en cuando a sacar los pocos libros que tenían provecho para mi carrera en aquél entonces, aunque eventualmente la fueron llenando de varios libros que al final fueron imprescindibles.



Aquellos días aciagos donde todo parecía haber llegado a un punto muerto, pasaba casi de sol a sol aquí. Esperando que diera resultado mi plan maestro de dividir los días que tenía y re-estudiar la carrera en unos pocos meses. Por si fuera poco, casi cada página de mis apuntes contenía garabatos y recuerdos que prefería dejar enterrados pero no tenía otro remedio que volverlos a revivir aunque fuera fugazmente.



Así fué como por unos meses los días del calendario consistieron en tomar un horrendo desayuno y venir a la biblioteca, con mi entonces flamante iBook, unos audífonos y a estudiar todo el día hasta las 7 que me corrían del lugar (con un pequeño brake para comer comida chatarra).



Le llegué a tomar cariño a este lugar sin siquiera darme cuenta, a pesar de que, fuera de un día que vinieron a estudiar conmigo dos amigos a mitad de la carrera, no conocía a nadie mas aquí. Solamente veía a los estudiantes reunidos en una mesa ante sus calculadoras como si fueran un grupo de nómadas reunidos ante una fogata. De cuando en cuando recorría los pasillos y me ponía a cabilar sobre lo que sea que significaran aquellos libros de disciplinas tan dispares a las mías. Fuera de los de ingeniería; los médicos, los de biológicas o los de posgrado no eran tan pintorescos (ni de maneras tan brutas), pero igual estaban concentrados en lo suyo.



Si logré concentrarme en aquellos días fué a base de rigor y de combinar mi gusto por la mac con lo que tenía por delante y eventualmente lo que parecía no ir hacia ningún lado, comenzó a avanzar y fué así como sin saber bien como pasó me encontré estudiando virología en una sala de internamiento del Seguro Social y los días que pasaba en mi universidad fueron aumentando.



En algún momento me decidí a escribir "La Máxima y Mas Grande Guía para el Químico Farmaceútico Biólogo Jamas Escrita". O algo así, creo que aún la tengo en los archivos de mi computadora personal.




Hasta que llegó el día del examen: Inseguridad y sobre todo nervios la noche previa. Era mi última batalla escolar y la mas importante. Curiosamente aquella madrugada escuché por casualidad "We will win" de Reba West, quize pensar que era un presagio de buena suerte.



El resto de la historia ya la he contado hasta aquí a pedazos durante estos años. La entrega de los resultados meses depués los recordaría como el final mas de emoción (o "cardiaco" en palabras de uno de mis compañeros) que me ha tocado.



Como resultado de mi buena suerte en el examen no volví a regresar a la biblioteca. Hasta el día de hoy.

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