Friday, August 05, 2011

Negro como el Infierno...

Una mañana en Aswan compartí un café y una sheesha con un par de egipcios muy amigables y completamente desconocidos. Fue una buena mañana.

El aroma del café, ya sea por su grano, su molido o la mínima potabilidad del agua era bastante mediocre, pero fue un buen café.

La pasada mañana en las alturas de Svalbard, compartí un termo de café soluble escandinavo y galletitas Safari con una peculiar pareja de alemanes gays, un suizo con crisis de los cuarenta, un malayo metrosexual, un francés malgache y una guía noruega entrenada para matar osos con todo y rifle a la espalda.

Con todo y que casi me mato minutos antes también fue un gran café.

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