Saturday, December 25, 2010

Pata de Perro 22: Abu Simbel

Curiosamente la mañana en Aswan ha sido muy clara. He de reconocer que el te de menta sin la cantidad ingente de azúcar que probé en el Desierto del Oeste pierde un poco su encanto pero no por ello su toque exótico comparado con este otro servido en un café de el mercado que poco a poco a la luz de la mañana va cobrando vida.

Ayer me despedí de Peter y la chica de la FDA en la polvorienta estación de trenes de Giza. Un lugar de mala muerte donde parecía ser el único occidental y de donde de cuando en cuando salen trenes casi tan saturados y viejos como los de la India pero sin gente en el techo.

Tres horas después sale mi tren que para los estándares egipcios es un palacio, aunque con el baño peor que los de la Merced.

Ali me explica lo que sabe sobre la vida en este territorio nubio, sobre esa gente que creo ellos ni consideran egipcios, sobre sus costumbres y su lengua secreta.

Mientras me convida de su sheshaa una picante mezcla de miel, tabaco y otro ingrediente cuasimentolado que no es capaz de traducir al ingles.

Habla tambien sobre Sudan y lo cerca que estamos de la frontera. En un día y una noche casi he cruzado el país por su línea mas larga.

Me gustaría ir a Sudan, pero hasta los mismos egipcios le temen. Así que si le sumo que no tengo visa, entonces me es imposible sortear el único punto de cruce, el mar rojo.

A Abu Simbel no se puede llegar mas que en convoy y escoltados por la policía. Aquí, al sur del país hasta la triste carretera se la traga por ratos el desierto y no se vuelve mas que una vereda de grava. 

El paisaje no es irreal o extraño como en el Desierto del Oeste, sino un inmenso arenal y por ratos pedregoso mar kaki.  

5 horas de ida para terminar a solo 40 kilómetros de la frontera sudanesa.

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