Aunque la calle era estrecha pasábamos raudos
haciendo volar a diestra y siniestra a cuanto auto y peatón se cruzaba en
nuestro camino.
El vehículo blindado llevaba los vidrios abajo y
la corriente de aire frío casi nos ahogaba.
- Hay que negociar con ellos, diles que le das
tus Bagels si le suben a la temperatura-.
- No me van a hacer caso-.
- Si eres la embajadora de Jamaica, claro que te
van a hacer caso. Saca tú credencial-.
Así que la embajadora sacó su credencial y por la
ventana del vehículo y la mostró a nuestros perseguidores. Aquello no fue una
buena estrategia porque provocó una tormenta de balas que revotaban
ruidosamente sobre el blindaje del camión provocando un mar de chispas.
- Se comieron mi credencial y ahora nos
disparan-.
- Maldita sea, ahora tendremos que pagar casetas.
Esto merece acciones drásticas: Diles que no disparen que traemos un gato
dormido-.
- Pero no está dormido-.
- ¡¿No se ha dormido?!. Maldita sea!. Es hora de
tomar la autopista. ¿Traes Google Maps?-.
- No!. Solo el de Apple!-.
- Estamos perdidos!. Seguiré mi instinto!-.
Así que di un volantazo y el camión giró
bruscamente a la derecha a un pelo de voltearse.
- Eso fue estúpidamente innecesario!-.
- No me cuestiones!. Estudié xilofonía con
tarjetas del Seven Eleven-.
- Sabes que eso no sirve si es remoto-.
- Pues ya no salvó de que nos atraparan-.
- Giraaá!!!-.
Y una sucesión de vueltas de vértigo comenzó,
giraba al azar para perder a nuestros perseguidores que no sabían xilofonía
para perderlos en un laberinto de calles.
Pero aunque muchas patrullas de torretas
chillonas se perdían o bien se estrellaban a lo largo del camino, siempre
salían más de todos lados.
Hasta que por fortuna encontramos la autopista
donde comenzó una interminable sucesión de puentes y desniveles.
- Tengo una idea!. Pon en tu Twitter que vamos al
norte y en realidad nos vamos por el oriente-.
- Eso solo va a funcionar si tengo suficientes
likes y ya nadie me sigue. Escribe tú y tendremos más chance si lo pone la
embajadora de Jamaica-.
- Me lo tiene que aprobar junta directiva-.
- Hazlo sin su consentimiento-.
- Pero ya no tengo batería-.
- Usa el Blackberry del gato, todavía sirve-.
- Tiene contraseña y ya lo vendaste!-.
- Prueba con 0-0-0-0-.
- Sirvió-.
-Twittea maldita sea!-.
- Se desvían!-.
- Si pero solo un momento, eso nos da una
ventaja-.
- ¿Que haremos con los helicópteros?-.
- Es que ellos usan MySpace-.
- Abriré una cuenta-.
- No hay tiempo!. Entraremos al túnel, nos
pegamos a ese camión revolvedora y le avientas al gato. Esos tipos son
alérgicos a los gatos-.
Por fortuna el túnel parecía ser interminable y
la embajadora de Jamaica acertó el único chance que tenía para hacer entrar al
gato momificado por el camión revolvedora, el cuál aprisioné contra la pared
con nuestro vehículo hasta que terminó por frenar.
Bajamos rápido a descargar nuestro botín cuando
de pronto escuchamos:
- Esperen! esperen!-.
Era el veterinario que manejaba un Cavalier
blanco. Se paró en seco al lado nuestro y se bajó con su uniforme blanco, sus
lentes de pasta y una especie de platito de metal pegado con una cinta a su
cabeza.
- No me habían traído al gato y supuse que se
complicó su atraco así que vine a ayudar. Vámonos en mi auto, carguen todo-.
-No!, tengo un mejor plan-. Dije.
Subí al camión, bajé un megáfono rosa y se lo di
a la embajadora de Jamaica.
- Es un modelo Barbie 2000, yo tenía uno de estos
cuando era niña. Mira, tiene la B de Barbie!-.
Entonces comencé a pensar que ese era el escape más
patético de la historia.
- Si, pero no lo digas en voz alta que nos pones
a todos en vergüenza!-.
Y continué:
- Rápido, conéctalo al auto y pon el tercer
movimiento de la sinfonía Pérez!. Asegúrate de que sea en D menor!-.
- ¿Eso para qué?-.
- Tiene poderes hipnóticos!. Es lo que usan los
soviéticos!. Solo hay que ponerla y dirigirla al conductor del camión revolvedora.
Irá a donde vaya la música. Si lleva el Blackberry del gato creerán que el
somos nosotros-.
- ¿Estas consciente que el gato no va a poder
Twitear por mucho tiempo si haces eso?-.
- Riesgos son riesgos doc. Usted maneja, la
embajadora dirige y yo disparo. Vámonos!-.
- ¿A donde manejo?-.
- Al aeropuerto!-.
Así que arrancamos, aceleramos a toda velocidad.
La embajadora iba dirigiendo al camionero que nos seguía dócilmente.
Justamente antes de salir del túnel tomamos una
desviación en el último segundo, lo que obligó al camionero a continuar su
camino por la otra ruta.
Cuando volvimos a ver la luz del día el sol
brillaba y se veían a lo lejos los helicópteros desviarse para perseguir al
cebo que habíamos dejado, mismo que ahora circulaba por otra ruta.
Unos kilómetros más adelante, justo delante
de la pequeña veterinaria nos detuvimos. Estábamos felices y llenos de sudor
por la adrenalina.
Lo habíamos logrado.
N del E:
Así que esto es lo que resulta cuando al fin
se duerme bien después de una semana de no más 3 horas de sueño cada día.
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