Wednesday, December 03, 2014

Los Juegos Mecánicos de Marte



Hace poco ví una película sobre un robot enfermero y sus compañeros superhéroes. Aparte de que me gustó mucho, me hizo recordar como imaginaba el futuro de niño-adolescente: Tantas cosas que me hubiera gustado que existieran y que no existían, pero que ahora son una realidad. Como los bluetooth, el internet móvil, monederos en los celulares, libros digitales y hasta patinetas voladoras como la de Marty McFly.

De las ideas del futuro de las muchas películas o libros quizá la mas inquietantes sean las de Ray Bradbury. Alguien me prestó “El hombre ilustrado” hace ya muchos años en la escuela y aunque su visión en aquellos días me pareció mucho muy anticuada y de los años cincuentas, con los años creo que es facinante por los dilemas existenciales que se presentan aquí en la segunda década del siglo XXI.

No mandamos  a los negros a marte, pero las pugnas por una sociedad igualitaria y el rechazo al racismo siguen pasando aquí en la tierra.  No existirá una súper ciudad futurística en Cydonia con problemas de sustentabilidad, pero si que hay rascacielos gigantes en Asia que se tragan todo a su paso. Ni hay exiliados literarios en la luna que esperan una nueva época de caos, pero es cierto que seguimos oscilando entre épocas lúcidas y oscurantistas. 

Pensándolo bien creo que hace ya unos buenos años que vivimos en el “futuro” y aunque veo con cierta envidia a quienes nacieron con todos estos recursos, también me siento afortunado al haber sido testigo de semejante revolución. No creo que sería la misma persona que soy hoy si hubiera nacido en la era del internet, ni creo que esta generación sea peor porque no sepan escribir o estén sobre saturados de información. 

Es un engaño común que la generación anterior cree que la nueva está al borde de la destrucción, no pienso que sea así. Mas bien me inclino a pensar que son gente diferente con capacidades y discapacidades diferentes.

Por supuesto se puede ver el futuro tan negro como se quiera: Hoy en día el sentido común parece ser un recurso escaso. Gente de Europa va a medio oriente a pelear por instaurar un estado donde gobierne la sharia, grupos armados por África y Asia central satanizan la educación occidental. De mi país prefiero no hablar, cada día me conmociona mas la estupidez de la gente en la calle y su pseudo-activismo de escritorio en las redes sociales.

Y sin embargo me deslumbran mas las maravillas que ha traído este nuevo siglo:  Las fronteras del conocimiento se han expandido como nunca antes en la historia, el entendimiento del ser humano ha llegado a donde nunca antes se había pensado, con suerte pronto habrá vuelos espaciales comerciales. La tecnología y las redes sociales con todo han probado ser una poderosa arma democratizadora capaz de sacudir gobiernos (hablo concretamente de la primavera árabe y de las protestas en Hong Kong). 

Hace muchos años le pregunté a una persona que creía que hubiera pensado Henry Ford si viera el mundo repleto de autos en el que vivimos hoy. Me contestó que probablemente se hubiera espantado y arrepentido de lo que hizo.  Aquello me dejó pensando y al final, creo que no lo se hubiera arrepentido. Creo que como buen inventor y emprendedor hubiera seguido adelante.

Esa también es mi postura, la humanidad avanza con cosas buenas y malas pero al final cada quién escoge con que cosas quedarse. A mi siempre me fascinó la comprensión entendida del universo o mejor llamado , ciencia. A cierta edad escogí estudiar una ciencia porque por mucho que me gusten las letras, el arte, la historia y el drama mundial, al final del día son cosas que se pueden adquirir por esfuerzo cardinal y están limitadas al mundo de los hombres, al hormiguero donde vivimos al que llamamos Tierra. Mas el tipo de entendimiento que proporciona la ciencia, solo para aquél que sabe ver y escuchar es algo que solo se puede adquirir por un esfuerzo sacramental y que lleva a una comprensión del universo mas allá del hormiguero, la cuál nos hace levantar la vista hacia lo que hay mas allá del mundo de los hombres.

Así pues, ojalá me toque ver muchas cosas del “futuro” y seguir montado en mi juegos mecánicos de marte.

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