Monday, September 08, 2014

El Diablo en la botella

En el mítico año 2000, el primer fin del mundo que nunca pasó. En el último año de mi preparatoria no sabía que hacer con mi vida, no sabía que estudiar, no sabía cual iba a ser esa profesión a la que le consagraría mi existencia.

Aunque hay unas pocas cosas que sí sabía: Sabía que me fastidiaba mi escuela por aburrida, porque nunca enseñaban nada interesante ni nada emocionante. Todas las cosas que aprendí que valían la pena venían de los libros y las revistas (incluso las esotéricas).

Intuía que siendo una escuela católica era muy cerrada, me fastidiaba que casi todo el alumnado fuera una gran familia que aparentaba felicidad cuando no era así.

Me sentía raro cuando no tenía nadie con quién hablar de cosas fuera de lo cotidiano, a excepción de mi amigo Leo: un rockstar wannabe igual de inconforme y con quien podía dar rienda suelta a las múltiples críticas con humor sardónico. Recordándolo con los años, creo que aprendí algo de el: Sabía de un mundo mas allá de la escuela y tenía otro tipo de intereses que no concebía antes.

También sabía otra cosa: Aquellos chicos que eran mis compañeros, les auguraba una vida de gris mediocridad, no sabía porque pero algo en ese lugar no estaba bien.

Con los años y los comparadores de otras escuelas descubrí que realmente la raíz del problema: Se enfocaban a enseñar lo básico y crear "honrados ciudadanos". Lo último que enseñaban era a pensar y a tener ambiciones en la vida.

Como sea que fuere, se acabaron aquellos días y contra todo pronóstico entré a estudiar la carrera que tenía menos probabilidades de acabar, en el lugar donde era mas improbable estudiar. Allí empezó una de las cosas mas complicadas para mí en este mundo: iniciarla, continuarla y acabarla.

Cuando reprobé y me bajaron de año fué una etapa de crisis, fué mi primer gran fracaso. Yo, que nunca había tenido que estudiar (salvo por las matemáticas), yo que podía con todo estaba a un paso de ser expulsado. Me dejó mi novia, me quedé en el limbo.

Fue entonces que aprendí dos grandes lecciones:  Todo gran fracaso, toda gran adversidad si sabes aprender de ella se puede volver algo positivo en tu vida. Aprendí inglés, algo de francés, me puse a leer y empecé a vagar por la ciudad, caminando interminables kilómetros que con los años me dieron la confianza para ponerme a correr.

Y la segunda: Nunca aceptes un "No" como respuestas y no dejes que nadie decida que va a ser de tu vida, excepto tu mismo (ya me cansé de citar a William Henley). Porque deben saber que mi jefe de carrera me dijo que no tenía talento y que mejor desertara.

Eventualmente acabé aquella etapa con otra gran crisis, pues mi mundo conocido acabó allí también y llegó el trabajo, con mas fracasos y frustración que todo lo anterior. Hasta que a base de intentarlo y agarrar las mañas básicas, no solo logré ser bueno. Logré ser el mejor y subir profesionalmente bastante mas de lo que imaginé.

Y llegaron mis 30 años y con ellos otra crisis.

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