Wednesday, April 02, 2008

Pata de Perro III Camino al Sur

Así que después de una ida relámpago a Monterrey para que me mentaran la madre hube que tomar el avión con el único fin de alcanzar la mitad del mundo, cortesía de cierta farmaceútica alemana.

Y pues como uno estaba acostumbrado a la clase areoproletariada, la primera clase era como el nirvana de la comodidad, excepto por la razón de que junto a su servidor venía el director médico en cuestión y chale, pues hubo que rechazar el interminable desfile de bebidas alcohólicas harto finas.
Pero ni todos los mimos de la clase iluminada fueron suficientes para evitar el dolorido dolor de trasero de hartas horas de viaje y por si fuera, además de tener pinta de terrorista azteca y hacerme merecedor a varias revisiones enteras de mi equipaje en cada punto de control en mi propio país debido a mi cara de maldito. A la señora autoridá colombiana se le ocurrió que el carbopol mi gel de cabello era el componente principal para un arma nuclear que podría borrar a Bogotá de un plumazo.

Así que pues ni modo, en un acto heróico la agente aduanal me lo decomizó y me dejó pasar a la sala de conexiones.

Ni modo, otras horitas, un huso horario y una segunda cena y llegaba con harta turbulencia a aterrizar al aeropuerto mas inteligentemente planeado del mundo: Justo en medio de una ciudad que está sumida en un estrecho valle de las montañas. Y a descender como resorte al aeropuerto con nombre importante: el Mariscal Sucre.

Y la prueba de fuego, a presentar mi super visa ultrasofiscticada e infalsificable, una hoja de papel bond con un trozo de papel brillosito. La dependienta con su sagáz mirada de weva y sueño, pues ya era las media noche local dejó algo así como bienvenido pinche wey.

Y a esperar como pendejos a los rezagados de Argentina y Colombia, y luego de que casi nos aplastara un boeing en su loco aterrizaje, al hotel y a jetearse.

Bonus foto:

La vista de la versión andina de polanco desde el hotel.

0 comments: